Aunque la temperatura del
aire
depende del lugar y del momento (por
ejemplo, lo próximo o distante que
esté el lugar respecto al ecuador,
su cercanía o lejanía de la costa,
estación del año, hora del día,
etc...), en promedio global
-espacial y temporal-, la
temperatura del aire disminuye con
la altura en los primeros kilómetros
de la atmósfera. Por ello, el
término “inversión
térmica”
indica un comportamiento contrario
en la variación vertical habitual de
la temperatura, es decir, un aumento
térmico con la altura.
En la Figura 1
se
muestra la distribución vertical de
la temperatura en la llamada
“atmósfera estándar”, definida
originalmente por la Organización de
Aviación Civil Internacional (OACI)
en 1956 a partir de medidas
climatológicas de lugares de todo el
planeta. De acuerdo con esta
atmósfera patrón, la temperatura
desciende 6.5 ºC por cada kilómetro
en los primeros 11 km. Tal
comportamiento promedio es debido a
que esta región atmosférica se
calienta fundamentalmente por
convección del calor liberado desde
la superficie terrestre, cuya
temperatura se debe básicamente a la
absorción de radiación solar (y en
menor medida también de radiación
infrarroja emitida desde la propia
atmósfera). Por ello, cuanto más
alejadas están las capas de aire de
la superficie terrestre menos calor
reciben de ésta. No obstante, en
ciertas regiones atmosféricas la
temperatura aumenta con la altura,
siendo esto debido a la absorción de
radiación solar ultravioleta por
ozono en la estratosfera (longitudes
de onda entre 0.2 y 0.3 µm) o por
nitrógeno y oxígeno en la termosfera
(longitudes de onda inferiores a 0.2
µm).
El límite entre dos masas de aire
(el aire caliente y aire frío),
llamado superficie frontal, es un
área con mucha frecuencia
meteorológicamente activa, a la que
están asociadas nubes y precipitaciones.
La elevación del aire caliente por
encima del frente de aire frío no se
debe a la diferencia de densidad de
las masas de aire presente, sino al
empuje de las capas inferiores
(convergencia o
cizalladura
del viento por
ejemplo), y/o interacciones con
elementos de gran altura cercanos
a la tropopausa.
Una capa de la atmósfera
con inversión térmica no permite que
se produzcan movimientos ascendentes
de aire. Por tanto, son zonas de
máxima estabilidad atmosférica, dado
que el aire de la parte inferior es
más frío, así que no asciende al ser
más denso o pesado que el aire que
está por encima. Consecuentemente,
una inversión térmica próxima al
suelo impide que los contaminantes
producidos por las actividades
humanas se dispersen verticalmente o
se alejen de la superficie
terrestre. Este hecho puede dar
lugar a episodios de altos valores
de contaminación del aire, con los
consiguientes posibles efectos
nocivos para la salud humana.
Las inversiones térmicas
junto a la superficie terrestre
ocurren frecuentemente en noches
despejadas de invierno, en calma o
con viento débiles, y sobre suelo
continental. Estas circunstancias
favorecen un enfriamiento muy
acusado del suelo (inversiones
térmicas de radiación o de
superficie).
El aire junto al suelo muy frío se
enfría por contacto, mientras que el
aire más alejado del suelo -al que
no llega este efecto- resulta tener
una temperatura más alta que el aire
que está por debajo. Estas
inversiones suelen desaparecer al
día siguiente a medida que, tras la
salida del Sol, el suelo vuelve a
calentarse por absorción de
radiación solar, y con ello también
se calienta el aire junto al suelo.
Este tipo de inversión suele
observarse en regiones montañosas,
en las que durante la noche el aire
frío en superficie desciende por su
mayor densidad desde las laderas al
valle, favoreciendo con ello la
presencia de aire más frío en
superficie que el aire por encima de
éste.
Por otra parte,
fuertes situaciones anticiclónicas
en un lugar también favorecen la
ocurrencia de inversiones térmicas,
pero en este caso no se forman junto
a la superficie sino a una
determinada altura (en general
superior a 500 m). Dichas
situaciones de alta presión tienen
asociados movimientos descendentes
de aire en su parte central, con
unas características en su
desarrollo que traen consigo el
calentamiento de la masa de aire
descendente. Esta, tras varios
kilómetros de descenso, puede llegar
a ser notablemente más cálida y seca
que el aire que le rodea tanto por
debajo como por encima. A este tipo
de inversiones térmicas se les
conoce como inversiones
térmicas de subsidencia,
y suelen cubrir grandes extensiones
y ser bastante persistentes.
Otra circunstancia
que da lugar a una inversión térmica
es la llegada de un frente frío a un
lugar (inversión
térmica frontal),
de tal modo que la masa de aire frío
al invadir la región ocupada por
aire más cálido, obliga a éste a
ascender situándose por encima del
aire frío.